Cuando la canciller alemana, Angela Merkel, anunció el cierre de ocho
centrales nucleares y la revisión del resto, sólo habían pasado cuatro
días del accidente de Fukushima, sucedido el 11 de marzo de 2011. Aún se
desconocían las dimensiones del desastre y muchos vieron en el apagón
nuclear germano una decisión precipitada, cuando no una “estupidez” de
los políticos, como titularía la revista Forbes. Sin embargo,
los alemanes son demasiado serios y lo que menos hay en el adiós de
Alemania a la energía nuclear es precipitación. Llevaban tres décadas
preparándose para un abandono que ya les está dando beneficios
económicos y medioambientales.
LEER LA NOTICIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario